martes, 10 de mayo de 2011

Las amistades de los yanquis

La costumbre de "comprar los amigos" es la norma de los imperialistas yanquis, que todavía no han asimilado aquello de que "Roma no paga traidores" con que, veinte siglos antes, otro imperialismo se lamentaba de la triste experiencia que arroja esta inmoralidad y que evidencia que los que proceden mal terminan por sucumbir víctimas de su propio mal procedimiento. Dicen que, cuando Napoleón Primero, en 1897, ingresa a París, después de vencer a los austriacos y conquistar Italia y el Piamonte, es recibido con grandes fiestas Versailles. El concurre a las mismas invariablemente acompañado por uno de los generales ayudantes, el que mantiene una apostura tan rígidamente militar que intriga a una francesita que un día se atreve a preguntarle: mi general, ¿cómo hace Ud. el amor? El general sin perder su apostura y con gran seriedad le contesta: —Señorita, yo no hago el amor, lo compro hecho—. Siempre he pensado que a los yanquis les pasa lo mismo que al general de Napoleón: ellos no hacen amistades las pretenden comprar hechas. Es claro que como el amor del general, comprado hecho, las amistades que los yanquis compran, tienen el signo fatal del deshonor.

El General en "La hora de los Pueblos"

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