viernes, 28 de enero de 2011

Evita "El peronismo será revolucionario o no será nada"

Un día me dijeron que era demasiado peronista para que pudiese encabezar un movimiento de las mujeres de mi Patria. Pensé muchas veces en eso y aunque de inmediato "sentí" que no era verdad, traté durante algún tiempo de llegar a saber por qué no era ni lógico ni razonable.
Ahora creo que puedo dar mis conclusiones.
Sí, soy peronista, fanáticamente peronista.
Demasiado no, demasiado sería si el peronismo no fuese como es, la causa de un hombre que por identificarse con la causa de todo un pueblo tiene un valor infinito. Y ante una cosa infinita no puede levantarse la palabra demasiado.

Logros peronistas (imágenes del período peronista clásico)





sábado, 22 de enero de 2011

MENSAJE DEL GENERAL PERÓN A LOS ARGENTINOS DEL AÑO 2.000

























Jóvenes argentinos:
La juventud argentina del año 2000 querrá volver sus ojos hacia el pasado y
exigir a la Historia una rendición de cuentas encaminada a enjuiciar el uso
que los gobernantes de todos los tiempos han hecho del sagrado depósito
que en sus manos fueron poniendo las generaciones precedentes y también
si sus actos y sus doctrinas fueron suficientes para llevar el bienestar a sus
pueblos y para conseguir la paz entre las naciones.
Por desgracia para nosotros, ese balance no nos ha sido nada favorable.
Anticipémonos a él para que conste al menos nuestra buena fe y
confesemos lealmente que ni los rectores de los pueblos ni las masas
regidas, han sabido lograr el camino de la felicidad individual y colectiva.
En el transcurso de los siglos, hemos progresado de manera gigantesca en
el orden material y científico y si cada día se avanza en la limitación del
dolor, es solamente en su aspecto físico, porque en el moral el camino
recorrido ha sido pequeño.
El egoísmo ha regido muchas veces los actos de gobierno y no es el amor al
prójimo, ni siquiera la comprensión o la tolerancia, lo que mueve las
determinaciones humanas.
Esa acusación resulta aplicable tanto a los pueblos como a los individuos.
Cierto de que en uno y en otros se dan ejemplos de altruismo, pero como
hechos aislados de poca o ninguna influencia en la marcha de la
humanidad. Es cierto que en ocasiones parece que se ha dado un gran
impulso en favor de los nobles ideales y de las causas justas, pero la
realidad nos llama a sí y nos hace ver que todo era una ilusión. Apenas
terminada una guerra, ponemos nuestra esperanza en que ha de ser la
última, porque las diferencias entre las naciones se han de resolver por las
vías del derecho aplicado por los organismos internacionales. Pocos años
bastan para demostrarnos con un conflicto bélico de mayores proporciones
el tremendo error en que habíamos caído. Hasta el aspecto caballeresco de
las batallas se ha perdido y hoy vemos con el corazón empedernido cómo al
cabo de veinte siglos de civilización cristiana caen en la lucha niños,
mujeres y ancianos.
Apenas un conflicto social ha sido resuelto, vemos asomar otro de más
grandes proporciones, no siempre solucionado por las vías de la
inteligencia y de la armonía, sino por la coacción estatal o de las propias
partes contendientes más fuertes, no el de mejor derecho.
Frente a esta lamentable realidad: ¿de qué han servido las doctrinas
políticas, las teorías económicas y las lucubraciones sociales? Ni las
democracias ni las tiranías, ni los empirismos antiguos ni los conceptos
modernos han sido suficientes para aquietar las pasiones o para coordinar
los anhelos. La libertad misma queda limitada a una hermosa palabra de
muy escaso contenido, pues cada cual la entiende y la aplica en su propio
beneficio. El capitalismo se vale de ella no para elevar la condición de los
trabajadores procurando su bienestar sino para deprimirles y explotarles.
Los poseedores de la riqueza no quieren compartirla con los desposeídos
sino aceptarla y monopolizarla. E inversamente los falsos apóstoles del
proletariado quieren la libertad más para usarla como un arma en la lucha
de clases que para obtener lo que sus reivindicaciones tengan de justas.
No ha empezado a alborar el liberalismo económico cuando para impedir
sus abusos tiene el Estado que iniciar una intervención cada día más intensa
a fin de evitar el daño entre las partes y el daño a la colectividad. Pero
tampoco su intervencionismo constituye remedio eficaz porque o es
partidista o trata de anular las libertades individuales y con ellas a la propia
persona humana.
El mundo ha fracasado. Mas este fracaso, ¿será tan absoluto que no deje un
mínimo resquicio a la esperanza? Posiblemente podamos mantener el
optimismo con la ilusión de que el avance de la humanidad hacia su
bienestar es tan lento que no lo percibimos, pero de cada evolución queda
una partícula aprovechable para el mejor desarrollo de la humanidad. El
avance es invisible y está oculto por sus propios vicios a que antes he
aludido, pero no por eso deja de existir.
Se haría más perceptible si cada uno de nosotros se despojase de algo
propio en beneficio de sus semejantes, si tratase de dirimir las disputas con
la razón y no con la violencia. Dentro de mis posibilidades así he procurado
hacerlo y en este sentido he orientado mí labor de gobernante. Válgame por
lo menos la intención y sea ella la que juzguen y valoren mis críticos del
porvenir.
La humanidad debe comprender que hay que formar una juventud inspirada
en otros sentimientos, que sea capaz de realizar lo que nosotros no hemos
sido capaces. Esa es la verdad, es la amarga verdad que la humanidad ha
vivido y es también la verdad más grande que en estos tiempos debemos
sustentar sin egoísmos, porque éstos no han conducido más que a desastres.
En nuestra querida Argentina el panorama descripto se ha sentido sin ser
cruento, pero en el orden general los hechos prueban que ha sido el acierto
la resolución que ha precedido nuestra realidad. La independencia política
que heredamos de nuestros mayores hasta nuestros días, no había sido
efectivizada por la independencia económica que permitiera decir con
verdad que constituíamos una nación socialmente justa, económicamente
libre y políticamente soberana.
Por eso nosotros hemos luchado sin descanso para imponer la justicia
social que suprimiera la miseria en medio de la abundancia; por eso hemos
declarado y realizado la independencia económica que nos permitiera
reconquistar lo perdido y crear una Argentina para los argentinos, y por eso
nosotros vivimos velando porque la soberanía de la Patria sea inviolable e
inviolada mientras haya un argentino que pueda oponer su pecho al avance
de toda prepotencia extranjera, destinada a menguar el derecho que cada
argentino tiene de decidir por si dentro de las fronteras de su tierra.
Contra un mundo que ha fracasado, dejamos una doctrina justa y un
programa de acción para ser cumplido por nuestra juventud: esa será su
responsabilidad ante la Historia.
Quiera Dios que ese juicio les sea favorable y que al leer este mensaje de
un humilde argentino, que amó mucho a su Patria y trato de servirla
honradamente, podáis, hermanos del 2000, lanzar vuestra mirada sobre la
Gran Argentina que soñamos, por la cual vivimos, luchamos y sufrimos.
JUAN DOMINGO PERÓN
Presidente de la Nación Argentina

Perón cumple

Sumando logros

martes, 18 de enero de 2011

viernes, 14 de enero de 2011

Evita, "El peronismo será revolucionario o no será nada"



En mi país lo que estaba por hacer era nada menos que una Revolución.
Cuando la "cosa por hacer" es una Revolución entonces el grupo de hombres capaces de recorrer ese camino hasta el fin se reduce a veces al extremo de desaparecer.
Muchas revoluciones han sido iniciadas aquí y en todos los países del mundo. Pero una Revolución es siempre un camino nuevo cuyo recorrido es difícil y no está hecho sino para quienes sienten la atracción irresistible de las empresas arriesgadas.

miércoles, 12 de enero de 2011

Estado y explotación

Maximiliano Basilio Cladakis


Todo obrero es explotado. Marx lo ha demostrado magistralmente a lo largo de sus obras, desde los Manuscritos de 1844 hasta El capital. La sociedad capitalista y las riquezas producidas en ella se fundamentan en la explotación que los propietarios realizan sobre los no-propietarios. No hace falta que expongamos aquí las tesis del genial filósofo, economista, sociólogo y militante alemán. Sólo basta decir que la división de la sociedad moderna en clases sociales implica que unos opriman a los otros, que unos “roben” el trabajo de los otros, que unos dominen a los otros; en el capitalismo, los “unos” son los capitalistas o burgueses; los “otros”, los proletarios o, más sencillamente, los obreros o trabajadores.

Sin embargo, si bien la riqueza del capitalista se basa siempre en la plusvalía (es decir, en una parte del trabajo del obrero de la cual se apropia el capitalista), no toda explotación es igual. Más allá de que la lógica misma del sistema de producción tienda a que el propietario conciba al obrero como una “cosa” cuya única razón de ser es la de generar una mayor plusvalía, dependiendo del desarrollo en se encuentre una sociedad, esa lógica tendrá más o menos resistencias que le imposibiliten su realización total (Sartre demuestra genialmente la imposibilidad de dicha realización ya que ella implicaría la muerte del obrero, por lo que el capitalismo mismo se derrumbaría en tanto dejaría de existir el ser en cuya explotación se fundamenta). Ejemplos sobran. Centrándonos en nuestro país, podríamos señalar que la situación del obrero de principios del siglo XX no es la misma que la del obrero del primer peronismo. De igual manera, la situación del obrero durante la década de los ´90 no es la misma que la situación del obrero actual. Derecho laboral, estipulación de salarios mínimos, jubilaciones, obras sociales, paritarias, derogación de las leyes de flexibilización laboral; se trata de una conjunción de elementos que, aún cuando tanto en unos casos como en los otros sea explotado por el dueño del capital, redignifican al obrero en su humanidad.

En dos de los casos que mencionamos (primer peronismo y kirchnerismo), es el Estado el instrumento de redignificación de los sectores postergados. En efecto, el Estado de Bienestar o el Estado Populista, tiene como característica esencial la integración y el reconocimiento de los que, librados a lo que Hegel denominaba “sociedad civil”, eran “casi hombres”, poco más que cosas. Obviamente, hay con anterioridad, toda una serie de luchas sociales cuyas demandas el Estado de Bienestar o Populista vienen a satisfacer[1]. Pero, precisamente, frente a estas demandas, el Estado Populista se presenta como articulador a la vez que como herramienta de institución de derecho de los sectores demandantes. Las políticas estatales, en estos casos, se reconfiguran sobre la dimensión del reconocimiento y dignificación universales. Esto conlleva a una delimitación de los poderes fácticos (es decir, grupos económicos, corporaciones mediáticas, cúpulas eclesiásticas, organismos financieros nacionales y transnacionales), que tiende al fortalecimiento de los grupos subalternos. Sin ese fortalecimiento, estos grupos quedan desnudos, desamparados, frente a la explotación a la que los grupos dominantes los someten. Desligada del derecho, la dinámica del mercado lleva a la casi aniquilación de la humanidad de los explotados, convirtiéndolos en algo informe, menos que humanos, poco más que bestias.

El caso de Nidera es la muestra clara e infame de esto último. Alrededor de ciento treinta hombres (entre ellos treinta menores) viviendo en condiciones infrahumanas, casi como animales (aunque teniendo en cuenta que, a diferencia de los animales, los hombres, de una forma u otra, tienen conciencia de su condición podríamos decir, que se encontraban en un estado peor que los animales). Es la lógica de la explotación que, operando entre las sombras y quebrando el derecho, lleva al extremo la cosificación y la deshumanización. Una explotación amparada, a su vez, por los oligopolios mediáticos, en tanto, o bien no se pronunciaban sobre el hecho, o bien repetían las voces de los explotadores. Sin embargo, esto no debe de asombrarnos se trata de una complicidad de intereses, en términos gramscianos, puede decirse que forman parte del mismo “bloque histórico”. Una simple muestra: Grupo Clarín posee la mayor parte del predio de la Rural; Nidera es parte fundamental de Expoagro, Nidera, a su vez, es sponsor de TN canal de cable que pertenece al Grupo.




[1] Reconocemos aquí dos cuestiones para pensar. Por un lado, la relación entre Estado Populista y luchas sociales. Se trata de una relación dialéctica, y, por lo tanto, compleja. Algunas veces, hay una contraposición entre algunas demandas sociales y la posibilidad de acción del Estado Populista. En este caso, es el Estado el que está a la zaga. Sin embargo, otras veces, el Estado genera políticas de integración y reconocimiento, adelantándose a las demandas. En este caso, es la sociedad la que queda a la zaga. El otro problema trata sobre si existe una diferencia real entre Estado y Estado Populista. Precisamente, si seguimos a Hegel, encontraremos que el sentido del Estado es, precisamente, regular la actividad de la sociedad civil (lugar de las luchas económicas) y reconocer e integrar a todos los miembros de una comunidad. De ser así, lo que en nuestra región denominamos “Estado Oligárquico-Liberal”, como opuesto al Estado Benefactor o Populista, no sería más que la ausencia de un Estado propiamente dicho. Sin embargo, tanta una como otra cuestión no quedan pendientes para otro texto.

viernes, 7 de enero de 2011